Biografía
El 5 de diciembre de 2019, Valentina Suvorova, de 71 años, de Cheliábinsk, fue acusada en un caso penal por su fe. Unos meses más tarde, su esposo Vladimir también fue acusado de actividades extremistas. La creyente, a pesar de sus problemas de salud, defendió su buen nombre en los tribunales durante más de un año. Sin embargo, el 11 de marzo de 2021, el tribunal la declaró culpable por cantar canciones y oraciones a Jehová. Valentina Suvorova fue condenada a 2 años de condena condicional con restricción de libertad por un período de 6 meses con un período de libertad condicional de 1 año.
Valentina nació en enero de 1948 en el pueblo de Sorovskoye (región de Kurgan). Los padres tuvieron que trabajar muy duro para criar a tres hijas. Más tarde, la familia se mudó a la ciudad vecina de Shadrinsk. De niña, Valentina era aficionada al baile, a la música y a la voz, le encantaba patinar. Se graduó de la escuela de música. Su amor por la música la llevó a una escuela de música en Kurgan, después de lo cual recibió la especialidad de profesora de música y directora de coro.
Desde 1972, durante más de 30 años, Valentina Suvorova trabajó como maestra en una de las escuelas de Cheliábinsk. Recibió el título honorífico de "Veterana del Trabajo". Ahora está en un merecido descanso, es aficionado al diseño y a la jardinería. En 1973, Valentina se casó con Vladimir, un talentoso artista de la Filarmónica. En un matrimonio feliz, nació un hijo, Igor. La pareja vive junta desde hace más de 50 años, les encanta ir a la naturaleza, asistir a conciertos, teatros, charlar con amigos.
Durante toda su vida, Valentina se interesó por las preguntas de la vida que no podían ser respondidas en ninguna parte: ni en la biblioteca pública, ni en las enseñanzas filosóficas, ni en varias iglesias y templos. La sed de conocimiento se sació solo gracias a un libro antiguo: la Biblia. Fue entonces cuando decidió con firmeza emprender el camino cristiano, en el que su marido la apoyó.
Hace unos años, esta simpática familia sufrió una serie de tragedias: el amado y único hijo Igor murió de cáncer de sangre, la madre de Valentina murió 2 años después, y luego murió su hermana. La hermana menor perdió a su esposo y ella misma quedó paralizada después de un derrame cerebral. Antes de que la familia Suvorov tuviera tiempo de recuperarse de estas terribles conmociones, sucedió otra cosa: llegaron a la casa de un matrimonio de ancianos con un registro.
La persecución penal tuvo un efecto negativo en la salud de Valentina. Dijo que la búsqueda le causó un "trauma emocional incurable, estrés adicional y deterioro de la salud". El sueño estaba perturbado, había una sensación constante de ansiedad y taquicardia. Tuve que registrarme con un neurólogo y un nefrólogo. Los familiares de Valentina también sufrieron: la ya precaria salud de su hermana menor empeoró, y la viuda de su hijo fallecido y su hija también se enfrentaron a un humillante procedimiento de búsqueda en su propia casa.
Familiares y amigos de Valentina y Vladimir están indignados por lo que está ocurriendo. Nadie puede creer que en la Rusia moderna estas personas amantes de la paz puedan ser juzgadas sólo por sus creencias religiosas, sin tener en cuenta su venerable edad y sus méritos para la sociedad.